Primeras impresiones de nuevo en Malasia: isla de Mabul

Después de tantos viajes en barco, carreras arriba y abajo para no perderlos, e historias varias por la isla de Borneo, por fin llegué a Malasia, mi querida Malasia. Habían pasado dos días desde ese primer barco que cogí en Tanjung Selor, y aún no sabía nada de Luca. Estaba desesperada, no sabía que hacer. ¿Por qué no se comunicaba conmigo? ¿Le habría pasado algo? Yo acababa de llegar a Malasia, en el último día de mi visado, que era el último día de su visado también, con lo cual él también debería estar ya aquí… pero no me decía nada, no tenía noticias suyas hacía días. No sabía si esperarle en Tawau, o irme a otro sitio y continuar camino… la incertidumbre me mataba!

En esas estaba, sin saber a donde ir, cuando empecé a hacer autostop, sin si quiera tener rumbo ni destino. Me sentía perdida y no sabía qué camino tomar… Así que me lancé a la carretera esperando que algo me indicara la decisión correcta. Empezaba a llover, y un chico paró a mi lado, y sin preguntarme a donde iba, me dijo que subiera. Ya con el coche en marcha, me preguntó mi destino, y le respondí “No lo se…”. Me debió ver un poco aturdida, y me dijo “Bueno, no te preocupes, vamos a tomar un café y me cuentas, vale?

Era un chico muy simpático (y muy mono, por cierto), le conté la situación y aunque el chico no supo qué decirme, la verdad es que me fue muy bien desahogarme un poco. Él me contó que trabajaba en un hospital, era médico y ahora estaba en su hora de la comida. Había quedado con una amiga suya para comer y se tendría que ir pronto. Me dijo que él anteriormente hospedaba gente en su casa a través de Couchsurfing, pero que ahora tenía un compañero de piso al que no le gustaba la idea de tener desconocidos bajo su techo y ya no podía hacerlo, que sino me habría invitado a quedarme con él. Le dije que no se preocupara, y que se marchara cuando quisiera, que ya había hecho suficiente invitándome al café y escuchando mis problemas, y que yo me quedaría allí un rato, rumiando mis siguientes movimientos.

Nos despedimos y yo me puse a buscar algún bar con wifi, con la vaga esperanza de que Luca se hubiera manifestado. Yo había perdido la esperanza de encontrar un mensaje suyo, pero contra todo pronóstico resultó que sí me escribió! Me había decía que le había costado mucho hacer el camino, que llegaba tarde, pero que iba en dirección a Tawau.

Me quité un peso de encima de dos toneladas… yo ya estaba muy preocupada, pensando seriamente que podía haberle pasado algo, al estar tantos días sin comunicarse. Al menos ya sabía que estaba bien, y que iba en dirección a donde yo estaba, así que me quedaría allí en Tawau aguardando su llegada.

Tuve que esperar a Luca en aquella ciudad dos días, que fue lo que le costó llegar. Si desde que nos separamos, mi viaje había sido complicado, el suyo lo fue 100 veces más. Fue muy mala su idea de llegar hasta Palu, en Sulawesi, y no tuvo nada de suerte con los barcos. Toda la suerte que yo había tenido, a él le faltó. Además me dijo que el camino por tierra le había sido muy complicado también, incluso se vio obligado a hacer autostop de noche, cosa que nunca se debe hacer ya que puede ser peligroso.

Para colmo de males, cuando él estaba cruzando Poso (aquella zona central de Sulawesi, que Lisda me había dicho que era peligrosa), justo en esos días la policía del lugar andaba detrás del cabecilla de la banda terrorista, e hicieron una mega-redada por la zona, montándose un cristo de narices. La buena noticia es que consiguieron matar al tipo, lo vi unos días antes por las noticias, un tal “Santoso”. Resulta que Luca andaba muy cerca de allí en esos días, y la operación policial le había pillado por ahí en medio. Menos mal que hice caso a mi familia indonesia, y no me acerqué por allí yo también!

Aquellos dos días en Tawau fueron muy tranquilos, no hay mucho que hacer en ese lugar del mundo, pero yo estaba ya muy contenta de estar de nuevo en Malasia. Me alojé en un hostel de malasios-chinos, una pareja mayor muy agradable, que era baratito y estaba genial. Pude hacer la colada tranquilamente, que ya me tocaba, y relajarme, ya que los días anteriores habían sido de locos. Cada noche salía a cenar a un mercadillo de al lado, donde había unos chicos muy graciosos, que estaban encantados de ver una chica blanca por allí, ya que Tawau será muchas cosas, pero no es turístico.

Y por fin llegó mi príncipe perdido… fui a esperarle al puerto, venía derrotado el pobre. Había tenido un viaje durísimo, y encima había tenido que pagar el “Overstay”, ya que había cruzado la frontera con el visado dos días caducado, y por cada día hay que pagar una cantidad que no es nada barata. Además de que tenía el orgullo por los suelos… uno de los primeros días que estábamos separados, hablando cada uno de su ruta, él estaba convencido de que la suya era mejor que la mía, y me dijo con cierto rintintín algo así como “Tranquila, ya te esperaré en Malasia…” Yo nunca le restregué que finalmente había sido yo la que tuvo que esperarle a él, nada menos que dos días, pero era evidente y le daba rabia el haberlo hecho tan mal.

Qué feliz me hizo verle caminar hacia mi, con su mochila de funda amarilla y su sombrero rojo de cuadritos… cómo había echado de menos esa cara, esas pintas y ese todo. Nos fundimos en un beso muy, muy tierno, y nos miramos a los ojos con todo el amor del mundo, diciéndonos lo mucho que nos habíamos añorado.

Ahora ya estábamos juntos de nuevo, y me daba igual todo lo demás… me daba exactamente igual estar en Tawau, o donde fuera. Le pregunté dónde prefería ir, y me dijo que quería calma y relajación, así que decidimos ir a la costa.

Antes de emprender rumbo, pasamos por mi hostel y estuvimos un ratito allí, ya que yo quería que me dijera a la cara todas esas promesas que me había hecho por mensaje. Hizo lo que pudo, ya que es un persona a la que le cuesta mucho hablar de las cosas importantes, pero vi un cambio de actitud importante en él, y me dio esperanzas.

Pusimos rumbo a Semporna, que es un lugar en la costa, punto de salida hacia unas islas que, según habíamos leído, eran maravillosas.

Cuando nos echamos a la carretera, me sentí tan feliz de volver a caminar a su lado… volver a levantar la mano juntos, subirnos a los coches juntos. Me encantó volver a encontrarme con nuestra rutina diaria. Nuestros primeros conductores fueron dos chicos malasios-chinos, que nos llevaron solamente unos pocos kilómetros, pero nos invitaron a comer un plato de cerdo riquísimo, que era la primera vez que lo probaba.

Tardamos muy poco en llegar a Semporna, que estaba bastante cerca, y además ya en Malasia, volvieron a existir las carreteras decentes y las autovías.

Durante el camino, en la parte de atrás del último coche del día, Luca me dijo que durante los días que habíamos estado separados, había comprado su billete de vuelta a Francia, para mediados de septiembre. Esto nos dejaba solamente un mes y medio juntos, antes de la separación definitiva.

Desde el principio los dos sabíamos que esto iba a pasar, en algún momento teníamos que separar caminos. Mi plan era ir a India a trabajar, aunque aún no había decidido cuando, y su plan era volver a Francia y pasar allí una temporada antes de marcharse a Australia. Sabíamos que acabaríamos separándonos, pero no queríamos pensar en ese momento. Pero ahora… con su billete de vuelta ya comprado, ya había una fecha, y estaba bastante próxima. Entonces yo le dije que aunque nos separásemos, quería que continuáramos juntos, que ya veríamos la manera de volver a encontrarnos, que incluso quizá yo podría irme con él a Australia un poco más adelante, lo que fuera, pero seguir juntos. Sonriendo me dijo que eso también era lo que él quería. Y de esa manera, con tanto amor y tanta esperanza, nos hicimos la vida un poquito más difícil, pero más romántica.

Pasamos aquella noche en Semporna y al día siguiente nos encaramamos al primer “speedboat” que pillamos, y nos bajamos en la isla de Mabul. Es una isla pequeñita pero con mucho turismo, ya que aquella es una de las mejores zonas del mundo para hacer buceo. Los arrecifes de coral son impresionantes, y se pueden ver todo tipo de peces y fauna marina. Aunque nosotros no íbamos con intención de bucear, más que nada, por lo caro que es. Nuestro objetivo en esta ocasión era simplemente pasar unos días de playa, relajándonos y disfrutando del mar y la calma.

La isla se dividía en dos partes diferenciadas, la de los guiris, y la del pueblo local; no es difícil imaginar en que parte estuvimos nosotros, evidentemente con los lugareños.

Buscamos un lugar donde hospedarnos, pero los hoteles eran muy caros, y los alojamientos más baratos eran horribles, así que decidimos hacer acampada libre. No recuerdo muy bien cómo ni por qué, acabamos acampando en el interior de un recinto perteneciente a la policía. Creo que fue porque la primera noche, el cielo amenazaba lluvia, y nosotros que ya sabíamos que había una gran posibilidad de acabar mojados si se ponía a diluviar, pensamos que era mejor un sitio a cubierto.

Lo que no recuerdo es por qué razón acabamos con los polis. Pero fue conveniente para nosotros porque allí teníamos acceso a ducha y al baño, que de otra manera no habríamos tenido.

Era un recinto vallado bastante grande, y en el medio habían dos casas, donde los guardias se alojaban. Entre medio de las dos casas había una gran carpa, donde nosotros acampamos.

estacion policia playa mabul semporna malasia
Playa cercana a la estación de policía
playa mabul semporna malasia
Primera instantánea cada día al levantarnos

Nos hicimos amigos de una señora que tenía una tiendecita cerca de la estación de policía; allí tomábamos café por la mañana, junto con unas galletas que traíamos nosotros. También le comprábamos refrescos y alguna cosita de comer, y pasábamos allí largos ratos sentados a la fresca con ella y su familia. También en la zona local era donde íbamos a comer, allí habían algunos restaurantes, aunque otras veces simplemente tomábamos sopa de noodles, de estas que vienen en un vaso y sólo hay que echar agua caliente.

El color de aquel mar era espectacular, el turquesa más intenso y más hermoso que había visto hasta el momento. Pasábamos mucho rato ahí metidos, con las gafas de snorkel de Luca, mirando los peces de alrededor, y tostándonos al sol con la sal del mar pegada a nuestra piel.

agua turquesa playa mabul semporna malasia
Aguas turquesas de Mabul
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Feliz en las aguas turquesas de Mabul

Fueron unos días muy tranquilos, y creo que Luca recuperó bastante las fuerzas perdidas en su pesadilla de Kalimantan. Y estábamos felices… simplemente felices de estar juntos de nuevo.

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